Lleva todo el día lloviendo pero no he podido resistirme a dar un paseo bajo la lluvia, hoy estreno unas botas de agua preciosas, y además me tocaba ir a cerrar las ventanas del secadero.
Me encanta el olor de la lluvia y salir a desconectar.
Hoy en la red el debate está abierto entre los que piensan que esto sólo lo arreglamos entre todos y los que piensan que esto sólo lo arreglamos sin ellos.
Yo me he quedado como el tiempo en Trevelez, entre gris y fría.
He decidido quedarme tan sólo con algo que he leído en el muro de una amiga, a la que admiro profundamente. Decía que "somos selectivos en la percepción: oímos lo que queremos oír, vemos lo que queremos ver y sentimos lo que queremos sentir".
Anoche me acosté entre lágrimas. Había estado viendo el programa de Cuatro “21 días” donde Samanta Villar, una periodista, convive durante 21 días con personas dependientes.
Me quedé alucinada con la fuerza que son capaces las personas de afrontar situaciones límites y a su vez cotidianas para tantas familias.
Sentí miedo, muchísimo miedo sólo de imaginar que yo pudiera estar en la piel de cualquiera de esas personas y tristeza, muchísima tristeza e indignación por la forma en que la sociedad tratamos a estas personas haciéndolas invisibles.
Pero a la vez sentí admiración por la valentía con la que estas personas afrontan la vida a diario.
No se si esto lo vamos a arreglar entre todos o sin ellos, pero deberíamos pensar seriamente en qué queremos arreglar, qué queremos oír, qué queremos ver, y sobre todo qué queremos sentir.
Yo quiero sentir que soy parte de la transformación de mi realidad, me niego a quedarme sentada ante el ordenador debatiendo sobre el sexo de los ángeles mientras otros, anónimos e invisibles pelean cada segundo.
Un poquito de jamón, por favor señores, un poquito de jamón.
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